Juana es psicóloga, hace 5 años por lo menos que se viene resistiendo a trabajar on line, porque “no hay nada como el vínculo interpersonal”. Hoy sus pacientes le dicen que quieren hacer sus sesiones a distancia. Por suerte hace un tiempo su sobrina la “obligó” a comprarse una notebook nueva, aunque todavía no la había usado.
La psicopedagoga María Verónica del Pazo reflexiona sobre cómo proyectar los estudios durante el aislamiento.
Este tiempo de cuarentena puede entenderse también como una oportunidad para definir propósitos. Así lo expresa la licenciada en psicopedagogía María Verónica del Pazo en referencia a estudiantes de 5º año que transitan la elección de una carrera y encuentran en la orientación vocacional una herramienta válida y certera que los ayuda a indagar en su futuro. “Salir de las paredes de sus casas volando con la imaginación, liberarse del encierro físico, proyectando y diseñando el trabajo de sus sueños”, describe respecto de este proceso que también encontró un espacio en las plataformas digitales.
El último año de la secundaria representa una etapa de cierre, de duelos necesarios y saludables por la escolaridad que se termina, colmado de “rituales” que ayudan a despedirse con alegría como los viajes estudiantiles, las graduaciones y la colación, y que ahora se han tenido que postergar. “Los jóvenes también son parte de esos grandes valientes y resilientes de esta pandemia, y mucho más si están pensando sobre su futuro. Pero hay que tener en cuenta que este contexto genera desinterés en muchos chicos y chicas, que se frustran al no poder encontrarse con sus amigos o terminar 5º año como lo proyectaron”, destaca.
La profesional menciona todavía emocionada el encuentro que tuvo unas horas antes de la entrevista con La Capital. El médico que ese día la recibió en su consultorio de un sanatorio de la ciudad era el mismo que nueve años atrás no encontraba su vocación. “Recuerdo muy bien a Manuel que ya había probado otras carreras y decía que no le gustaba estudiar, sin embargo encontró su camino en una de las profesiones más largas y difíciles. Cuando existe pasión, todas las barreras se pueden atravesar”.
Cómo proyectar el futuro
Pocos adolescentes visualizan con claridad una vocación desde chicos, la mayoría necesitan de un tiempo para reflexionar y definir qué cosas les interesan y disfrutan de hacer. “Este camino de descubrimiento es un trabajo artesanal que vale la pena, que algunos logran de modo natural y otros necesitan alguien que los oriente en esta búsqueda”, explica del Pazo.
A diferencia de otras propuestas tradicionales que incluyen una serie de test para estudiar la personalidad, las aptitudes e intereses de los consultantes, la profesional incorpora el Método de Autoreconocimiento de Propósito, desarrollado por la psicóloga y coach laboral Carolina Casiello, autora del libro Rumbo al trabajo feliz. Este proceso de orientación vocacional anima a través de distintas actividades a proyectar el futuro.
“Los adolescentes comienzan a pensar qué les gustaba hacer de chicos, y eso siempre los conecta con aspectos positivos de su persona y de sus posibilidades en un futuro. Luego vamos en búsqueda de sus valores y por último, indagamos en los roles que les gustarían ejercer en la vida, como enseñar, ayudar o construir, para descubrir qué profesiones pueden canalizar todo eso que son y quieren ser en la vida”, explica del Pazo.
Las orientaciones vocacionales comienzan generalmente con la consulta de los padres al finalizar 4º año, y se concretan casi siempre durante el primer semestre de 5º. Los encuentros son semanales y duran entre dos y tres meses.
Confusión y limitaciones
La especialista remarca que los jóvenes siempre repiten la misma la frase: “No sé qué se va a poder hacer en este país”. Se muestran pesimistas acerca del futuro laboral y dudan si podrán realizarse en aquello que les gusta, algo que muchas veces transmite la familia. “Lo importante es generar esperanza y que siempre habrá un lugar si encuentran una vocación. Tanta oferta profesional y salidas laborales que posibilitan que un abogado trabaje en informática o que una psicopedagoga se especialice en el sector laboral, a veces tiende a confundirlos”, continúa.
“Es necesario dejar de lado esas autolimitaciones y preconceptos que todavía influyen en la elección de una carrera: los mandatos familiares, la creencia de que una mujer no puede dedicarse a ciertas profesiones o la elección de una profesión solo si es redituable”. La licenciada sostiene que al inicio de la consulta siempre es preferible no conocer qué carreras tiene en vista el adolescente, de esa manera no se condiciona el proceso.
Los adolescentes comienzan a pensar que les gustaba hacer de chicos y eso los conecta con sus posibilidades en un futuro
“Muchas familias preguntan si un test les dirá qué carrera tienen que hacer, tienen miedo de que pierdan un año, o no entienden que no se trata de elegir una carrera, sino de que sus hijos puedan proyectarse en el futuro”. Aclara que es un proceso que demanda tiempo y paciencia, que ninguna prueba o profesional va a poder decirles qué tienen que estudiar. “También parte de la decisión pueda ser no querer estudiar o estudiar más adelante, trabajar o realizar otro proyecto que no quieren postergar, y eso asusta a muchos padres”, agrega.
Este intercambio con la familia posibilita algunas veces que los adultos se replanteen su profesión y si son felices en sus trabajos: “En este proceso de elección que hace su hijo, es posible que se cuestionen muchas veces si lo educaron bien, si le dieron las herramientas para elegir. A veces la frustración y la carga es muy grande”.
En busca de un trabajo feliz
“Felicidad y trabajo son dos conceptos que hasta ahora aparecían como opuestos o al menos difícilmente asociables. Parece un utopía pensar en un trabajo feliz y aunque no se logra de un momento para otro, sí se puede construir. La felicidad siempre requiere de estudio y esfuerzo. Quizás hoy implique estudiar en un lugar que no es el mejor, o un nivel académico que no eligieron porque no tienen los recursos para estudiar en otra ciudad”. Así fundamenta la psicopedagoga María Verónica del Pazo este método que incorporó en la orientación vocacional con adolescentes, y que psicóloga Carolina Casiello inicialmente desarrolló para atender la demanda de adultos en crisis vocacional y de carrera. Actualmente es sostenido por un equipo de profesionales certificados y que abordan la exploración personal desde la psicología positiva, la programación neurolingüística y el coaching ontológico.
Fuente: https://www.lacapital.com.ar/educacion/tiempo-elegir-una-carrera-tambien-cuarentena-n2585871.html
En 2002 comencé a trabajar en una importante empresa en el área de empleos y desarrollo de Recursos Humanos. Estaba todo por hacer. Procedimientos, actualización de descripción de procesos, funciones y perfiles, armado de bases de datos, informatización, pero no imaginaba que lo más difícil iba a ser el cambio cultural respecto de lo que implicaba ingresar a trabajar en esa organización. Durante décadas, los actuales empleados, sus padres, y en algunos casos me atrevería a decir, sus abuelos “sabían” que por el hecho de ser hijo o familiar de un empleado se ganaba el derecho a ser incorporado a la organización, casi sin otros requisitos.
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En las consultas de mis clientes, sobre todo los líderes en organizaciones, siempre está presente la preocupación respecto de la motivación de su equipo de trabajo. “No están motivados”, “no están comprometidos”, son la descripción de su mayor preocupación. Mi respuesta es siempre la misma: no hay fórmula ni manera de poder “insuflar” motivación a otro.
Artículo publicado en InfoJobs
Para tener éxito en cualquier cosa que nos propongamos es más importante creer que se puede hacer que contar con la capacidad misma para hacerlo
A lo largo de mi experiencia he confirmado que no es posible evaluar el potencial como quien toma una muestra de sangre y la analiza. El potencial es el resultado de una ecuación dinámica entre aspectos intrínsecos de la persona (competencias y propósito) y la función para la cual está siendo considerado.
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